La ciencia confirma que tener un hijo es lo peor que te puede pasar
Un estudio publicado la semana pasada en el diario Demography indica que convertirte en papá te hace miserable. El estudio, realizado por la demógrafa canadiense Rachel Margolis y otros, llamado Bienestar parental en torno al primer nacimiento como un determinante de un futuro progreso de paridad, se llevó a cabo en Alemania, un país que acaba de superar a Japón como el lugar con la tasa de nacimiento más baja en el mundo.
Los investigadores se propusieron entender la diferencia entre el número de hijos que quiere la gente y el número de hijos que tienen al final. En particular, los alemanes dicen que quieren dos hijos en promedio y al final solo tienen uno y medio. Esta estadística indica que una enorme cantidad de gente que quiere hijos cambia de opinión después de tener el primero. ¿Por qué pasa eso?
El estudio culpa a “la disminución del bienestar después del primer hijo” también conocido como “infelicidad”.
Para reunir información, el estudio le preguntó a la gente sobre su “bienestar en general” en el transcurso de cinco años, a partir de los tres años previos al nacimiento de su primogénito y los dos años subsecuentes. A las personas no les preguntaron específicamente sobre la paternidad porque es “tabú” admitir que tus hijos te están chupando la vida.
La disminución en la felicidad de los nuevos padres va más allá de lo que se espera de las noches sin dormir y los pañales con popó. De hecho, lo más alarmante fue que la infelicidad no se sintió por completo hasta uno o dos años después del nacimiento del hijo. Y cuando lo hizo, fue una miseria total.
El periódico The Washington Post señala que este estudio no es el único donde se le ha pedido a la gente que evalúe su grado de felicidad durante un momento importante en su vida en una escala del 1 al 10. Como hay otros, podemos compararlos brevemente. Por ejemplo, la gente informa una caída promedio de 0.6 durante un divorcio y un punto por estar desempleado o quedar viudo. ¿Y el nacimiento de su primogénito? Eso fue lo que más afectó su felicidad con una caída promedio de 1.6.
El estudio agrupó las fuentes de infelicidad en tres categorías. La primera y la segunda consistían en las molestias de concebir, el embarazo y el parto; y los problemas de fertilidad, vómito, etcétera. La otra categoría era “la naturaleza contigua e intensa de la crianza en el primer año”, que incluía los calvarios de “la depresión, la aislación doméstica y el deterioro de la relación”.
Así que mejor prepárate para la depresión, la soledad y las peleas con tu pareja porque es lo que les espera si planean tener hijos pronto.
Los autores señalan que esto sole cubre la presión de ser un padre nuevo, no el padre de un estudiante de primaria o una persona adulta, algo que podría ser muy divertido, o no. Esto se debe a que el objetivo de la investigación era saber qué mierda pasa con el tamaño de las familias en Alemania. Los científicos añadieron que se necesitaría más investigación para “saber cómo la experiencia de la paternidad a lo largo de la vida hace que mejore o empeore la conducta de fertilidad”.
Los investigadores se propusieron entender la diferencia entre el número de hijos que quiere la gente y el número de hijos que tienen al final. En particular, los alemanes dicen que quieren dos hijos en promedio y al final solo tienen uno y medio. Esta estadística indica que una enorme cantidad de gente que quiere hijos cambia de opinión después de tener el primero. ¿Por qué pasa eso?
El estudio culpa a “la disminución del bienestar después del primer hijo” también conocido como “infelicidad”.
Para reunir información, el estudio le preguntó a la gente sobre su “bienestar en general” en el transcurso de cinco años, a partir de los tres años previos al nacimiento de su primogénito y los dos años subsecuentes. A las personas no les preguntaron específicamente sobre la paternidad porque es “tabú” admitir que tus hijos te están chupando la vida.
La disminución en la felicidad de los nuevos padres va más allá de lo que se espera de las noches sin dormir y los pañales con popó. De hecho, lo más alarmante fue que la infelicidad no se sintió por completo hasta uno o dos años después del nacimiento del hijo. Y cuando lo hizo, fue una miseria total.
El periódico The Washington Post señala que este estudio no es el único donde se le ha pedido a la gente que evalúe su grado de felicidad durante un momento importante en su vida en una escala del 1 al 10. Como hay otros, podemos compararlos brevemente. Por ejemplo, la gente informa una caída promedio de 0.6 durante un divorcio y un punto por estar desempleado o quedar viudo. ¿Y el nacimiento de su primogénito? Eso fue lo que más afectó su felicidad con una caída promedio de 1.6.
El estudio agrupó las fuentes de infelicidad en tres categorías. La primera y la segunda consistían en las molestias de concebir, el embarazo y el parto; y los problemas de fertilidad, vómito, etcétera. La otra categoría era “la naturaleza contigua e intensa de la crianza en el primer año”, que incluía los calvarios de “la depresión, la aislación doméstica y el deterioro de la relación”.
Así que mejor prepárate para la depresión, la soledad y las peleas con tu pareja porque es lo que les espera si planean tener hijos pronto.
Los autores señalan que esto sole cubre la presión de ser un padre nuevo, no el padre de un estudiante de primaria o una persona adulta, algo que podría ser muy divertido, o no. Esto se debe a que el objetivo de la investigación era saber qué mierda pasa con el tamaño de las familias en Alemania. Los científicos añadieron que se necesitaría más investigación para “saber cómo la experiencia de la paternidad a lo largo de la vida hace que mejore o empeore la conducta de fertilidad”.